Papá
Noel
La figura de Papá Noel (Santa Claus, Sinterklaas o
Pere Noel, según el país)- al parecer estaría
inspirada en la vida del obispo de Mira - en la actual Turquía- conocido
hoy como San Nicolás, cuya inmensa
popularidad por su bondad y generosidad con los pobres estableció la creación
de un mito para la navidad.
San
Nicolás fue obispo de Mira, Licia en el siglo IV.
Probablemente asistió al
Concilio de Nicea en el año 325 d.c. Sin embargo, sus reliquias parece que
fueron trasladadas en 1087 a Bari, donde se conservan en un sarcófago del que
emana un bálsamo al que se atribuyen efectos milagrosos.
Universalmente reconocido como taumaturgo ("que obra hechos
maravillosos"), se le aplican numerosas
leyendas relacionadas con resurrección de niños y dotación de vírgenes.
Una
de ellas cuenta que una
noche, cuando trataba de transportar tres bolsas de oro hasta las tres hijas de
un mercader arruinado, una de las bolsas cayó dentro de los calcetines que
colgaban de la chimenea para secarse y que por eso desde entonces se cuelgan los calcetines en espera de
regalos. El mercader, vecino suyo, había decidido prostituir a sus tres
hijas porque no tenía dinero para la dote. La historia cuenta que el santo
arrojó las limosnas discretamente por una ventana para librar de la deshonra a
las tres doncellas.
Otra
leyenda asegura que San Nicolás devolvió la vida a tres niños que habían sido
descuartizados y puestos en salmuera por un terrible
secuestrador caníbal.
Su fiesta se celebra el 6 de
diciembre y es el patrón de Rusia y de Lorena, y muy popular en la citada
Rusia, Grecia, Italia, el Norte de Europa, Alemania e Inglaterra, donde ha sido
asimilado a su Papá Noel, ese personaje legendario de barba blanca, vestido de
rojo y con capucha, y a Santa Claus, denominación anglosajona de San Nicolás, y
con funciones de protector y patrón de niños.
En Estados Unidos, el sinter Klaas importado se convirtió en Santa Claus. En
el Mediterranéo, San Nicolás sustituyó en las fiestas y creencias
populares a Poseidón, rey de los mares y dios de los terremotos de la
mitología clásica. Se le representa con ornamentos episcopales y sus atributos
son tres bolsas de oro con las que libró de la prostitución a las tres
doncellas, los tres niños resucitados y un ancla, como protector de los hombres
de mar, pues estando en Palestina dicen que calmó una enorme tempestad.
Otra leyenda de Santa Claus dice
que entregó todos sus bienes a los
pobres para hacerse monje y obispo, distinguiéndose siempre por su
generosidad hacia los niños.
En la Edad Media, la leyenda de San Nicolás arraigó de forma extraordinaria
en Europa, particularmente en Italia (a la ciudad italiana de Bari fueron
trasladados sus restos en el 1087), y también en países germánicos como los
estados alemanes y holandeses.
Particularmente en Holanda adquirió notable relieve su
figura, se convirtió en patrón de los
marineros holandeses y de la ciudad de Amsterdam.
Cuando los holandeses
colonizaron Nueva Amsterdam (la
actual isla de Manhattan), erigieron una
imagen de San Nicolás, e hicieron todo lo posible para mantener su culto y
sus tradiciones en el Nuevo Mundo.
La devoción de los inmigrantes
holandeses por San Nicolás era tan profunda y al mismo tiempo tan pintoresca y
llamativa que, en 1809, el escritor norteamericano Washington Irving (1783-1859) trazó un cuadro muy vivo y satírico
de ellas (y de otras costumbres holandesas) en un libro titulado Knickerbocker's History of New York (La historia de
Nueva York según Knickerbocker).
En el libro de Irving, San Nicolás era despojado de sus atributos
obispales y convertido en un hombre mayor, grueso, generoso y sonriente,
vestido con sombrero de alas, calzón y pipa holandesa. Tras llegar a Nueva York
a bordo de un barco holandés, se
dedicaba a arrojar regalos por las chimeneas, que sobrevolaba gracias a un
caballo volador que arrastraba un trineo prodigioso.
El hecho de que Washington
Irving denominase a este personaje "guardián
de Nueva York" hizo que su popularidad se desbordase y contagiase a
los norteamericanos de origen inglés, que comenzaron también a celebrar su
fiesta cada 6 de diciembre, y que convirtieron el "Sinterklaas" o
"Sinter Klaas" holandés en el "Santa Claus" norteamericano.
Pocos años después de la
publicación del libro de Irving, la figura de Santa Claus había adquirido tal
popularidad en la costa este de los Estados Unidos que, en 1823, un poema
anónimo titulado A Visit of St. Nicholas ('Una visita de San Nicolás'),
publicado en el periódico Sentinel ('El Centinela') de Nueva York, encontró una
acogida sensacional y contribuyó enormemente a la evolución de los rasgos
típicos del personaje. Aunque publicado sin nombre de autor, el poema había
sido escrito por un oscuro profesor de teología, Clement Moore, que lo dedicó a sus numerosos hijos y nunca previó
que un familiar suyo lo enviaría a un periódico. Hasta el año 1862, ya
octogenario, no reconocería Moore su autoría.
En el poema, San Nicolás
aparecía sobre un trineo tirado por renos y adornado de sonoras campanillas. Su
estatura se hizo más baja y gruesa, y adquirió algunos rasgos próximos a la representación tradicional de los gnomos (que
precisamente también algunas viejas leyendas germánicas consideraban
recompensadores o castigadores tradicionales de los niños).
Los zuecos holandeses en que los niños esperaban que depositase sus dones
se convirtieron en anchos calcetines. Finalmente, Moore desplazó la llegada
del simpático personaje del 6 de diciembre típico de la tradición holandesa, al
25 de ese mes, lo que influyó grandemente en el progresivo traslado de la
fiesta de los regalos al día de la Navidad.
El proceso de popularización
del personaje siguió en aumento. El 6 de
diciembre de 1835, Washington Irving y otros amigos suyos crearon una sociedad
literaria dedicada a San Nicolás, que tuvo su sede en la propia casa de
Irving. En las reuniones, era obligado fumar en pipa y observar numerosas costumbres
holandesas. Ello indica hasta qué extremo habían aceptado esta tradición
holandesa los norteamericanos descendientes de otros grupos inmigrantes.
El otro gran contribuyente a la
representación típica de San Nicolás en el siglo XIX fue un inmigrante alemán
llamado Thomas Nast. Nacido en
Landau (Alemania) en 1840, se estableció con su familia en Nueva York desde que
era un niño, y alcanzó gran prestigio como dibujante y periodista.
En 1863, Nast publicó en el periódico Harper's Weekly su primer dibujo de Santa
Claus, cuya iconografía había variado hasta entonces, fluctuando desde las
representaciones de hombrecillo bajito y rechoncho hasta las de anciano alto y
corpulento.
El dibujo de Nast lo presentaba con figura próxima a la de un gnomo,
en el momento de entrar por una chimenea. Sus dibujos de los años siguientes
(siguió realizándolos para el mismo periódico hasta el año 1886) fueron
transformando sustancialmente la imagen de Santa Claus, que ganó en estatura,
adquirió una barriga muy prominente, mandíbula muy ancha, y se rodeó de
elementos como el ancho cinturón, el abeto, el muérdago y el acebo.
Aunque fue representado varias
veces como viajero desde el Polo Norte, su voluntariosa aceptación de las
tareas del hogar y sus simpáticos diálogos con padres y niños le convirtieron
en una figura todavía más próxima y entrañable. Cuando las técnicas de
reproducción industrial hicieron posible la incorporación de colores a los
dibujos publicados en la prensa, Nast
pintó su abrigo de un color rojo muy intenso.
No se sabe si fue él el primero
en hacerlo, o si fue el impresor de Boston Louis
Prang, quien ya en 1886 publicaba postales navideñas en que aparecía Santa
Claus con su característico vestido rojo. La posibilidad de hacer grandes
tiradas de tarjetas de felicitación popularizó aún más la figura de este
personaje, que numerosas tiendas y negocios comenzaron por entonces a usar para
fines publicitarios. Llegó incluso a ser habitual que, durante las
celebraciones navideñas, los adultos se vistieran como él y saliesen a las
calles y tiendas a obsequiar a los niños y hacer propaganda de todo tipo de
productos. Entre 1873 y 1940 se publicó la revista infantil St. Nicholas, que
alcanzó una enorme difusión.
La segunda mitad del siglo XIX fue trascendental en el proceso de
consolidación y difusión de la figura de Santa Claus. Por un lado, quedaron
fijados (aunque todavía no definitivamente) sus rasgos y atributos más típicos.
Por otra, se profundizó en el proceso de progresiva laicización del personaje.
Efectivamente, Santa Claus dejó de ser una figura típicamente religiosa,
asociada a creencias específicas de determinados grupos credenciales, y se convirtió más bien en un emblema
cultural, celebrado por personas de credos y costumbres diferentes, que
aceptaban como suyos sus abiertos y generales mensajes de paz, solidaridad y
prosperidad.
Además, dejó de ser un
personaje asociado específicamente a la sociedad norteamericana de origen
holandés, y se convirtió en patrón de todos los niños norteamericanos, sin
distinción de orígenes geográficos y culturales. Prueba de ello fue que, por
aquella época, hizo también su viaje de
vuelta a Europa, donde influyó extraordinariamente en la revitalización de
las figuras del "Father
Christmas" o "Padre Navidad" británico, o del "Père
Noël" o "Papá Noel" francés, que adoptaron muchos de sus
rasgos y atributos típicos.
El último momento de inflexión
importante en la evolución iconográfica de Santa Claus tuvo lugar con la campaña publicitaria de la empresa de
bebidas Coca-Cola, en la Navidad de 1930. Como cartel anunciador de su
campaña navideña, la empresa publicó una imagen de Santa Claus escuchando
peticiones de niños en un centro comercial. Aunque la campaña tuvo éxito, los
dirigentes de la empresa pidieron al pintor de Chicago (pero de origen sueco)
Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast.
El artista, que tomó como
primer modelo a un vendedor jubilado llamado Lou Prentice, hizo que perdiera su
aspecto de gnomo y ganase en realismo. Santa Claus se hizo más alto, grueso, de
rostro alegre y bondadoso, ojos pícaros y amables, y vestido de color rojo con ribetes blancos, que eran los colores
oficiales de Coca-Cola.
El personaje estrenó su nueva
imagen, con gran éxito, en la campaña de Coca-Cola de 1931, y el pintor siguió
haciendo retoques en los años siguientes. Muy pronto se incorporó a sí mismo
como modelo del personaje, y a sus hijos y nietos como modelos de los niños que
aparecían en los cuadros y postales. Los dibujos y cuadros que Sundblom pintó
entre 1931 y 1966 fueron reproducidos en todas las campañas navideñas que
Coca-Cola realizó en el mundo, y tras la muerte del pintor en 1976, su obra ha
seguido difundiéndose constantemente.
Por el cauce de las postales,
cuentos, cómics, películas, etc. norteamericanas, la oronda figura de Santa
Claus sigue ganando popularidad en todo el mundo, y hoy puede decirse que
constituye la advocación más universal y conocida, y también la más laica y
comercial, de todas las derivadas del San Nicolás de Bari que desde el siglo IV
se ha considerado tradicional protector de los niños.
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