LA ORGANIZACIÓN A LA HORA DE COCINAR
Uno de los
secretos fundamentales de la cocina es organizarse. No hace falta mucho tiempo
para hacer una compra bien estudiada sin perder ni un minuto, y es
importante tener ordenada la despensa una vez que se llega a casa con
las reservas del supermercado.
También es
importante organizar el tiempo dentro de la cocina. No esperes a tener un plato
completamente terminado para comenzar el siguiente. La estrategia consiste en
avanzar todo el menú que vayas a realizar, más o menos al mismo tiempo.
IMPORTANCIA DE LA COMPRA
No hay duda,
que comprar al por mayor es un sistema muy útil, con un buen número de ventajas
a tener en cuenta. El orden, el tiempo y la economía son sus más directos
beneficiarios.
El gasto
inicial puede ser considerable, pero ese desembolso a la larga proporciona
ahorros importantes. Así que bien merece la pena sentarse a pensar, y bien
provistos de papel y pluma, sacar una lista de los productos necesarios para
dejar abastecida la despensa.
Un método de
compra al por mayor, menos gravoso para el bolsillo, consiste en adquirir los
géneros cuando estén en oferta especial. Esto implica estar siempre alerta,
pero así es como se consiguen precios más bajos. Las rebajas y las ofertas, por
lo general, no producen grandes ganancias al vendedor, pero él las utiliza para
incitar a los clientes a entrar en la tienda, dentro de la cual aspira a hacer
otras ventas más provechosas. Si puedes resistir la tentación y comprar
solamente las ofertas ventajosas, organizarás una buena despensa.
Al comprar a
lo grande debes tener cuidado con las cantidades. Antes de emprender la compra
haz una lista de las cosas realmente necesarias, y, al mismo tiempo, anota su
duración. Es muy fácil llenar el carro de frascos y productos sin tener en
cuenta la caducidad, o la necesidad real que tenemos de ellos.
Respecto a los
alimentos frescos frutas, verduras, pescado, carne, etc, más adelante veremos
la manera de poder conservarlos y congelarlos, pudiendo comprar más cantidad,
con menos frecuencia, sin que por ello perdamos sus valores nutritivos.
ORGANIZACIÓN DE LA DESPENSA
Cualquier casa
necesita una zona especial reservada para guardar cierta provisión de alimentos
no perecederos, que resultan de gran utilidad para la organización y economía familiar. Recuerda que una
despensa bien provista y ordenada es una ayuda de primera clase.
El tamaño de
la despensa está en estrecha relación con el de la casa y, como es lógico, del
número de sus habitantes. Hoy por hoy es difícil encontrar aquellas espaciosas
estancias donde se almacenaban, como oro en paño, toda clase de provisiones.
En la
actualidad, y allí donde hay espacio suficiente, suele ser un cuarto, más bien
pequeño, cerca de la cocina, que se acondiciona con estanterías de diferentes
alturas, de acuerdo con los elementos a guardar. Además de las baldas, tampoco
está de más contar con un cajón para las patatas (si está provisto de ruedas
mejor); ganchos colocados en el techo y paredes, para colgar embutidos y
algunos alimentos secos, como ristras de ajos, cebollitas, pimientos
choriceros, guindillas, frutos secos encerrados en mallas, y hasta hierbas
aromáticas guardadas en bolsas de plástico con algún agujero para que no se
sequen demasiado.
Si cuentas con
una habitación, antes de meter alimentos, cerciórate que está a una temperatura
constante y con un ambiente seco. Sería fenomenal, que además no fuera oscura.
Ahora bien, si
en lugar de la clásica despensa, tienes que guardar tus compras en un armario o
en una alacena, te interesa conseguir una temperatura uniforme -seca y fresca-,
por lo que debes colocarla lo más lejos posible del horno y de cualquier fuente
de calor. De todas maneras, en este segundo caso, y debido al menor espacio, la
rotación de los alimentos es muy rápida, por lo que no es necesaria una
atención rigurosa de las condiciones. Los paquetes se terminan mucho antes de
que puedan llegar a deteriorarse.
Dada la
finalidad de la despensa (guardar alimentos), es imprescindible que esté
montada con elementos simples y fáciles de limpiar. Evita los recovecos y los
materiales porosos, que absorben polvo y los elementos grasos. Lo mejor son los
plásticos que se limpian simplemente con un paño húmedo.
Mete los
alimentos siguiendo un orden riguroso, a ser posible pon en primer lugar los
más antiguos y los de uso habitual, dejando en las alturas o más al fondo,
aquellos que sólo consumas de vez en cuando, y en los inferiores y el suelo,
los que por su peso te resulten difíciles de mover.
Saber guardar
es indispensable, tanto para la salud como para la economía. También deberás
prestar una atención especial a las latas, botellas y paquetes abiertos. Todos
ellos sufren un proceso de deterioro más o menos rápido. Aunque en la mayoría
de los casos eso no tiene consecuencias negativas para la salud, sí pierden
sabor y textura.
Los alimentos
enlatados, eficacísimos auxiliares, requieren cuidadosa atención en la compra.
Las latas no deben estar abolladas, hinchadas ni oxidadas. La presencia de
alguno de estos tres defectos implica que no te las lleves a casa. También
debes fijarte en las claves que señalan la fecha de caducidad y si te indican
que es conserva o semiconserva. Si se trata de esto último, guárdala en la
nevera. Una vez abierta, debes consumirla en el día o cambiar el contenido a
otro recipiente, para evitar su deterioro.
Por término
medio, la duración de las conservas es de un año, salvo la leche evaporada o la
condensada, que duran nueve meses. Las conservas de pescado en aceite o en
escabeche tienen un período de caducidad de cinco años.
En el capítulo
de los alimentos secos entra un número elevado de productos, que va desde la
sal, el té, las legumbres y frutos secos, hasta pastas y harina. La mayoría de
ellos se compran envasados en paquetes de plástico o de papel o en recipientes
de vidrio o plástico duro. Una vez que abras el paquete, debes pasar el
contenido a un recipiente de cierre hermético, sobre todo si vas a guardarlo
durante largo tiempo. Utiliza los paquetes de forma rotativa para consumir
antes los más antiguos.
Finalmente, no
metas en la nevera las cosas de cualquier manera, hazlo en recipientes cerrados
o envueltos en papel de aluminio o film de plástico, así evitarás que se sequen
y que se mezclen sabores y aromas. Con ello, también ahorrarás espacio y
mantendrás un orden muy cómodo a la hora de encontrar los alimentos.