Las hebras
de plata te dan una foto panorámica de la vida bien vivida, disfrutada hasta la
lágrima y recordada hasta la extenuación.
Por ello en
mi mochila infinita anida y habita todo. Todo aquello que produce gozo, físico,
mental o espiritual.
Mi mochila
es un pozo sin fondo donde refrescarse, para sonreír o llorar, si toca, para
crecer cada instante por la belleza de este mundo.
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