Bonito y barato
Me enloquece ir de compras hasta el infinito y más allá. Es como si me pusiera el catalejo de las sorpresas y conquistara nuevos mundos.
Da lo mismo
el qué. Cualquier tienda con alma me atrae. Mi cerebro empieza a trabajar a
ritmo de vértigo. Comienza a procesar qué combina con cuál, qué cuál con
cualquiera y el proceso empieza de cero.
Por el
camino hay diamantes que me subyugan y como hipnotizadores de lujo me abducen para
venir conmigo, aunque el coste sea mínimo. En ese momento son únicos y al cabo
de los años siguen en mi territorio y memoria.
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