SALSAS Y ALIÑOS
Las salsas son los vestidos de las comidas. Añaden una pizca de
alegría a quién desee subir el tono vital de sus comidas. Existen salsas de
todos los tipos y para todos los gustos. Cuando un plato es apetitoso gusta
acompañarlo con una salsa suave que sirve para completar su rico sabor ya de
por sí; pero cuando en plato es soso y triste la salsa añade un toque fuerte
que remarca el sabor de lo que vamos a comer.
Las salsas lo acompañan todo. Servidas con verduras cocidas,
realzan su sabor; presentadas junto a un asado alivian el punto reseco que adquieren
algunas carnes; en parrillas y frituras mejoran notablemente sus sabores y un
buen número de postres ganan en presentación y en dulzura con la aportación de
una salsa atractiva.
Una primera división de los diferentes tipos de salsas podría ser;
salsas dulces y saladas y dentro de cada una de ellas, las frías y calientes.
Por lo que hablar de salsas es hablar de un extensísimo capítulo
de la gastronomía lleno de nombres (tártara, rosa, mayonesa, romesco,
holandesa, vinagreta, etc.) y de secretos sobre ingredientes y proporciones,
que cada cocinero tiene guardado en su librillo.
El uso de las salsas es un valioso complemento de multitud de
preparaciones culinarias. Calientes o frías, cocidas o crudas, blancas u
oscuras, etc. dan magníficos sabores a los alimentos. Pueden considerarse
también como guarniciones líquidas que incluyen las más variadas sustancias y
que, a diferencia de las guarniciones propiamente dichas, no muestran la
naturaleza de los ingredientes que las componen; sólo su aroma y su sabor nos
revelan con qué elementos han sido elaboradas.
Para dominar el arte de la confección de las salsas hay que tener
muy en cuenta: la dosificación de los ingredientes, la consistencia de la salsa
obtenida y la acertada combinación con el plato que ha de acompañar. En la
preparación de la salsa lo más importante es que “ligue”, y ello dependerá de
la habilidad y de la experiencia de las manos que la elabore. Una salsa es
tanto más lograda cuanto más homogénea, suave y aterciopelada resulte.
Se entiende por salsa un aliño más o menos líquido, caliente o
frío que sirve para cocinar un alimento o acompañarle, secundándolo. La palabra
deriva del latín salsus, que significa
salado, siendo como es la sal el condimento básico de la cocina.
Según se desprende de los antiguos recetarios las salsas fueron en
su origen, muy especiadas, agridulces y picantes. Consistían esencialmente en
caldos muy especiados y elaborados básicamente con vino y jugos, ligados
algunas veces con pan rallado y tostado. Hasta los siglos XVII y XVIII no
nacieron las preparaciones más refinadas como la bechamel y la mayonesa.
Los grandes maestros de la alta cocina han afirmado que todas las
salsas, en su infinita variedad, provienen de sólo cinco salsas básicas. Estas
salsas base son las siguientes: española, demi-glace o media glasa y salsa de
tomate, en lo que concierne a salsas oscuras ; y, bechamel y velouté en lo
que a las blancas se refiere. El resto son todas las variedades que se
desprenden de las mismas.
Las salsas frías se realizan habitualmente sobre una base de
mayonesa o de vinagreta y, como en el caso de las primeras, dan origen a
numerosas variaciones.
En la práctica, la confección de las salsas reposa sobre cuatro
procedimientos de base:
. Mezcla en frío de
varios ingredientes sólidos y líquidos: éste es
el método más sencillo, que representa como ninguna otra la salsa vinagreta.
. Por emulsión: , dispersión muy fina en un líquido de un cuerpo y no soluble,
consiguiendo que la mezcla quede ligada durante un período de tiempo; esta elaboración puede llevarse a cabo en
frío, como demuestra la salsa mayonesa, o en caliente, como es el caso de las
salsas holandesa, bearnesa, muselina y la denominada beurre-blanc.
. Por elaboración de un
roux: mezcla de mantequilla caliente con
harina, base de la salsa tipo bechamel, que según sea la sustancia
complementaria que se le añade -crema, queso, cebolla, etc.-, da como resultado
la salsa crema mornay, soubise, etc.
. Cocción de un fondo, que puede ser de caza, de buey o ternera, de ave, de pescado,
etc. Si hay un fondo se le añade un roux claro, oscuro u otra preparación
-alcohol, reducción, setas, etc.-, se consigue el denominado velouté, que puede
ser de ternera, de ave y de pescado. De este apartado nacen las grandes salsas
que determinan tanto la alta cocina como el grado de profesionalidad de un
cocinero. A veces en la elaboración de este tipo de salsas intervienen
trabazones de otros tipos: huevos, enteros o únicamente la yema, sangre,
mantequilla, fécula, etc. La nomenclatura de estas salsas aparece y se utiliza
normalmente en francés, ya que su origen está en la cocina francesa.
Según la consistencia de la salsa y según como se le incorporen
los ingredientes, troceados o majados, una salsa es apropiada para aliñar un
producto crudo, como puede ser un tomate, apio, lechuga, etc. o bien formar
parte de un plato cocinado - gratinado a la bechamel, por ejemplo - e incluso
acompañar a un plato frío o caliente, sea de carne o pescado, a los que confiere
distinta personalidad según la salsa que se utilice.
Cuando la salsa es el resultado de la preparación en sí misma el
plato se convierte en “salseado”. Tal es el caso de los ragús, civets, gallos
al vino, fricandó, suquet, etc.
La industria alimentaria ha puesto a disposición del público
consumidor una serie de salsas preparadas, cuya calidad suele depender del
proceso de fabricación, no obstante no superan en ningún caso las elaboradas de
manera artesanal, pero pueden servirnos de ayuda en muchas ocasiones. Algunas
de estas salsas industrializadas son la mayonesa en bote, el famoso ketchup o
el tabasco, que han pasado a ser imprescindibles en nuestras cocinas.
LOS ROUX
. Se ha dado el nombre de roux a la harina cocida en mantequilla o
manteca hasta que ha tomado un ligero color dorado.
. El roux oscuro es aquel en el que la harina ha tomado el color
del café. El más claro tiene un color amarillo pálido, es el roux blanco.
. Es importante que la harina empleada sea de buena calidad y esté
bien seca.
. La proporción de mantequilla y de harina, sobre todo cuando se
trata de cantidades pequeñas es la misma.
. Los roux pueden ser preparados con antelación, e inclusive
conservarse, pero sólo debe agregárseles líquido en el momento de preparar la
salsa.
. Deben cocinarse lentamente y con el fuego muy suave, de lo
contrario la harina no podría “ligar” la salsa. Por la misma razón , cuando se
preparan salsas con el jugo de cocción (de carnes, pescados, verduras, etc.),
conviene esperar a que se enfríe un poco antes de agregarle la harina.
. La harina debe añadirse de un golpe y antes, también, de que la
mantequilla se caliente demasiado, para que no se ennegrezca y adquiera un
sabor amargo. Removiendo con una cuchara de madera o un batidor, a los pocos
minutos se obtendrá una pasta lisa, de color amarillo pálido. Si se desea un
color más oscuro, sólo hace falta dejar que se haga más.
. Los roux deben quedar siempre algo líquidos y fluidos. Es muy
importante que no tenga incómodos grumos.
LAS SALSAS BLANCAS
Las salsas blancas más conocidas son la bechamel y la velouté o
aterciopelada. Ellas constituyen la base de la mayor parte de las salsas
blancas : la salsa alemana o velouté ligada, la salsa mornay, la salsa
suprema, por citar algunas de las más utilizadas. Estas salsas acompañan
pescados, aves y también platos de verduras y huevos.
Se preparan generalmente con un roux claro y leche, agua, caldo, jugo
de cocción de carne y también con fumet de pescado, o sea con la cocción de
pescado, o desperdicios de éste (cabeza, espinas, colas, etc.) con vino blanco.
Estas salsas son suaves y de sabor delicado acompañan principalmente carnes,
aves, pescados y verduras.
LAS SALSAS OSCURAS
La salsa demi-glace es la base de este tipo de salsas. Pero la
salsa demi-glace no se sirve nunca tal cual, sino agregándoles Oporto, vino de
Madera, setas, etc. El jugo de la carne,
muy reducido, se liga previamente con fécula de patata o de maíz (maicena). Las
salsas oscuras son casi siempre de sabor fuerte. Se utilizan especialmente para
acompañar carnes asadas a la parrilla y a la plancha, cerdo, cordero y animales
de caza.
LAS SALSAS FINAS
Se diferencian del resto de salsas
en que su preparación es mucho más delicada. Estas salsas como la
holandesa y la bearnesa se confeccionan ligándolas con yemas de huevo. Al
contrario de lo que se cree, estas salsas pueden hervir, a condición de que las
yemas, previamente diluidas en frío, sean calentadas paulatinamente con
cucharadas de salsa, y llevadas luego a ebullición removiéndolas vigorosamente
con un batidor. Los expertos consideran que la ebullición es necesaria para que
las yemas se cocinen y liguen perfectamente la salsa.
LAS SALSAS FRÍAS
La mayonesa puede ser considerada como la salsa básica de la mayor
parte de las salsas blancas frías, pero existe también cierto número de salsas
frías que no se elaboran con mayonesa, tales como la salsa vinagreta y otras
utilizadas en la preparación de entradas frías y entremeses.
LAS SALSAS DULCES
Hay que diferenciar entre las calientes y las frías. Entre las
primeras, las principales son las de caramelo y chocolate, y de las segundas,
las fundamentales son las de crema, nata y frutas.
CÓMO SERVIR LAS SALSAS
Las salsas pueden servirse cubriendo los alimentos que acompañan o
bien en salsera aparte, según las exigencias de cada preparación. En comidas
formales, es conveniente servir dos o más salsas adecuadas para un mismo plato,
ya sean carnes asadas, aves, pescados, legumbres, etc. De esta manera los comensales podrán elegir a
su gusto.
La mayoría de las salsas no deben prepararse con antelación, sino
en el momento de servir, ya que suelen perder consistencia y aroma.
Cuando una salsa caliente debe esperar, la mejor manera de
conservarla es colocándola al baño María, nunca debe estar a fuego directo para
recalentarla. El agua del baño María debe mantenerse caliente, sin llegar a la
ebullición para que la salsa se mantenga caliente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario