EL CALABACÍN
El calabacín es una hortaliza que pertenece a la familia
de las Cucurbitáceas. Esta familia comprende unas 850 especies de plantas,
en su mayoría herbáceas, trepadoras o rastreras, que producen frutos grandes y
protegidos por una corteza firme.
El calabacín está compuesto de un 95% de agua. Este
alimento no tiene ningún contenido calórico, por este motivo es altamente
benéfico para el organismo.
En estudios realizados con este
producto, se ha demostrado que 100g,
de calabacín sólo aportan 15g, de calorías, pero en cambio contiene una muy
buena cantidad de minerales y oligoelementos,
también contiene el fósforo, el potasio, el magnesio y el calcio.
Para poder obtener todos sus beneficios, el calabacín debe ser
cocido al vapor; también se puede comer crudo. Entre los beneficios
más importantes del calabacín encontramos que este producto alimenticio
contiene todo lo necesario para proteger el sistema cardiovascular.
El calabacín además posee una
muy buena cantidad de vitaminas excelentes para la buena salud y apariencia de
la piel. También se debe tener en cuenta que no se debe pelar.
100g de calabacín contienen
7mg, de vitamina C; esta misma cantidad ofrece 0,35g, de vitamina B3 y
de provitamina A. Esta verdura es rica en fibras, ya que contiene
entre 0,5g y 1,5g en los mismos 100g.
Hay que aclarar que estos
aportes los podemos obtener cuando el vegetal está en su punto óptimo de madurez; la pectina que este vegetal
contiene la hace muy suave a la hora de cocerla cuando todavía no está bien
madura; en cambio si ya está bien madura su contenido de fibra es mayor, por
esta razón contiene mucha celulosa. Además por el contenido tan alto en fibra este producto es muy bien
recomendado para tratar los problemas
de gastritis.
El calabacín es una verdura
ideal para las personas que desean adelgazar, esto se debe al contenido
abundante de fibra y sus escasas calorías.
El calabacín se debe comer fresco y es recomendable no guardarlo más de cinco días en el
refrigerador, pues se corre el riesgo de que se pierdan todos sus aportes
benéficos.
Muchos expertos cocineros
coinciden en que esta deliciosa verdura se debe comer cuando todavía está
muy joven y se debe preparar estando bien fresca, además su preparación hace
posible realizar muchas variedades de platos permitiendo diferentes
combinaciones, pues es uno de los vegetales que se puede adicionar a diferentes
preparaciones aportando a cada uno un sabor muy especial.
El origen del calabacín no es
bien conocido. No se sabe con seguridad si procede de Asia Meridional o de
América Central. Lo que sí se conoce es que es una planta cultivada en todas
las regiones cálidas de la Tierra desde tiempo inmemorial.
Existen pruebas de que esta hortaliza ya era consumida por los egipcios y, más tarde, por griegos y romanos.
Sin embargo, fueron los árabes quienes extendieron su cultivo por las regiones
mediterráneas, donde se convirtió en un alimento de consumo habitual en la Edad
Media. En las zonas del norte de Europa, su consumo fue más tardío y no tuvo
lugar hasta la II Guerra Mundial.
En la actualidad, su consumo está muy extendido en todos los países del
Mediterráneo, así como en Holanda y Norteamérica. Marruecos, Italia y
España son los principales países productores.
El
calabacín es una hortaliza de verano
aunque se puede adquirir durante todo el año. Sin embargo, los ejemplares más
sabrosos son los que se recogen entre los meses de julio y septiembre. Es una
hortaliza que se recolecta tierna, sin haber alcanzado su tamaño definitivo.
CARACTERÍSTICAS
Forma: alargada, aunque
también puede ser esférica.
Tamaño y peso: su tamaño ideal es de
catorce a veinte centímetros, pero puede alcanzar los cuarenta. Su ronda los
200 y 300 gramos.
Color: el color de su piel es
variable. Puede ser amarilla, verde clara, oscura o incluso negra. Algunas
variedades presentan puntos grises. Su carne siempre es blanca.
Sabor: algo amargo, aunque con un
ligero toque dulce.
CÓMO ELEGIRLO Y CONSERVARLO
Se elegirán aquellos ejemplares que sean firmes al tacto, compactos, pequeños o medianos, sin manchas en la piel y pesados en
relación con su tamaño.
Es aconsejable rechazar
calabacines grandes porque suelen tener demasiadas pepitas y una carne
menos tierna.
La intensidad del verde que presente su piel no
influye en la calidad de la pieza, ya que éste depende de la variedad a la que
pertenezca el calabacín.
El etileno, sustancia gaseosa que segregan en mayor
proporción ciertos vegetales durante su maduración, confiere sabores amargos al
calabacín. Por ésta razón, no han de
almacenarse junto a frutas que producen este gas durante su almacenamiento
tales como plátanos, melones, melocotones..., para evitar así la aparición de
sabores amargos.
También se
pueden conservar los calabacines congelados, siempre que con anterioridad
se escalden en agua hirviendo durante unos tres o cinco minutos.
El calabacín, con el tamaño, pierde ternura y suavidad, se vuelve áspero y correoso y
deja de ser un manjar.
Lo ideal es visitar todos los días la planta e ir cortando los que alcanzan una longitud de 15 o, como mucho 20 cm.
Una vez recolectados, los calabacines se conservan muy bien durante unos días, en un lugar seco y oscuro o también en el frigorífico.
Lo ideal es visitar todos los días la planta e ir cortando los que alcanzan una longitud de 15 o, como mucho 20 cm.
Una vez recolectados, los calabacines se conservan muy bien durante unos días, en un lugar seco y oscuro o también en el frigorífico.
Si los recogemos pequeños y tiernos, están deliciosos crudos con una salsita rica o en ensaladas junto con otras hortalizas.
PROPIEDADES NUTRITIVAS
Su principal componente es el agua, seguido de los
hidratos de carbono y pequeñas cantidades de grasa y proteínas. Todo esto,
unido a su aporte moderado de fibra, convierte al calabacín en un alimento de bajo aporte calórico, idóneo para incluir
en la dieta de personas con exceso de peso.
En relación con su contenido vitamínico, destaca la
presencia discreta de folatos, seguido
de la vitamina C. También contiene vitaminas
del grupo B como B1, B2 y B6, pero en menores cantidades.
Los folatos
intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis
del material genético y en la formación de anticuerpos del sistema
inmunológico.
Esta verdura destaca respecto al resto por su mayor
contenido en magnesio, sodio (responsable en parte de su marcado sabor), yodo,
hierro y calcio.
En cuanto a su contenido en minerales, el calabacín es una buena fuente de potasio,
además de presentar pequeñas cantidades de magnesio, fósforo y hierro.
El potasio es un mineral necesario para la transmisión
y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal. Además,
actúa en el equilibrio acuoso dentro y fuera de la célula. El magnesio juega un
papel importante en la formación de huesos y dientes, se relaciona con el
funcionamiento del intestino, nervios y músculos, mejora la inmunidad y posee
un suave efecto laxante.
El calabacín
presenta una pequeña cantidad de hierro, pero este mineral apenas se
asimila en nuestro cuerpo en comparación con el hierro procedente de los
alimentos de origen animal.
Esta hortaliza contiene además unas sustancias
denominadas mucílagos que son un
tipo de fibra que suaviza y desinflama las mucosas del aparato digestivo.
Composición por 100 gramos de porción comestible
|
|
Energía (Kcal)
|
29.5
|
Agua (ml)
|
92
|
Hidratos carbono (g)
|
6
|
Fibra (g)
|
1.3
|
Potasio (mg)
|
400
|
Magnesio (mg)
|
16
|
Vitamina C
|
10
|
Folatos (mcg)
|
6
|
mcg =
microgramos (millonésima parte de un gramo)
RECETAS CON CALABACÍN
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