domingo, 23 de agosto de 2015

Cuidados para tener unos pies sanos
  


Los pies son una de las partes más castigadas del cuerpo, sobre ellos permanecemos apoyados la mayor parte del día y con ellos llegamos a caminar unos 12.000 kilómetros a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, habitualmente no les prestamos la suficiente atención, descuidamos el tipo de calzado que les constriñe y, hasta que no se presenta alguna dolencia, no acostumbramos a acudir al podólogo.


¿Cómo se forman callos, juanetes y grietas?



Callos. Se producen por roce, presión o comprensión, y afectan más a las mujeres.
Cuando el calzado no se ajusta a las estructuras del pie e impide el desarrollo de palanca que ejercen los dedos se pueden formar callos. Éstos se producen por roce, presión o comprensión, siendo la presión más evidente en el sexo femenino ya que el uso de los tacones hace que el peso se desplace hacia el metatarso que tiene que responder a un exceso de trabajo.



Por otra parte, la presión lateral a la que son sometidos los dedos hace que se formen los ojos de gallo, o callos interdigitales, que amenazan a los dígitos a que abandonen sus espacios para desencadenar una serie de patologías como los dedos en martillo, juanetes o dedos en garra.

Otro de los problemas que puede sufrir el pie son las grietas en el talón, originadas fundamentalmente por la anhidrosis (ausencia anormal de sudoración en respuesta al calor). A pesar de que el talón está diseñado para absorber cada impacto con una gran red de celdillas grasosas, si éste no está lo suficientemente hidratado, el contorno se pellizca y se rompe.

Las grietas también se deben a los calzados con contrafuertes blandos que permiten desplazamientos de lateralidad, a cambios hormonales o a algunos tratamientos médicos. Si las grietas no se tratan de inmediato pueden llegar a ser muy profundas e incluso a infectarse.



El pie de atleta





Consejo. Después de la ducha es importante secarse bien y no dejar zonas húmedas.
El pie de atleta es un tipo de micosis –enfermedad de la piel producidas por hongos- cuya presencia se detecta por la aparición de picor, lesiones rojizas, sensación de quemazón así como grietas o descamación y pequeñas ampollas en la piel de entre los dedos.

Al ser una enfermedad contagiosa, es necesario extremar la higiene y evitar caminar descalzo en lugares muy concurridos o con humedad. Después de tomar una ducha o un baño es necesario secarse bien para evitar dejar zonas húmedas, sobre todo insistiendo en las zonas de pliegues y entre los dedos, además de no intercambiar ropa, como pantalones de deporte o bañadores, ni toallas, y extremar las precauciones si están húmedas.


El mal olor en los pies




Descaconsejable. El uso de desodorantes no está indicado ya que no son muy efectivos.
La bromhidrosis o mal olor en los pies viene dada por una hipersudoración de éstos y una descomposición bacteriana. Esto se produce porque el pie esté sometido a un estrés constante al pisar mal, por el uso de calcetines y medias con fibras sintéticas o por el empleo de calzado que no reúne las condiciones adecuadas y en el que cada vez se usa y abusa más de gomas y licras.

Algunas personas también sufren bromhidrosis porque tienen problemas psicológicos que hacen que su sistema nervioso neurovegetativo se ponga en guardia. En este caso, el tratamiento puede incluso llegar a la cirugía mediante simpatectomía torácica con unos resultados que se acercan al cien por cien.

En líneas generales, el podólogo aconseja hacer un tratamiento controlado con los antitranspirantes, así como una buena higiene del pie y, a ser posible, una limpieza del interior del calzado. Por otro lado, desaconseja el uso de los desodorantes, que sólo se limitan a evitar el mal olor, si es que lo consiguen.


El cuidado de las uñas


Habitualmente el especialista recomienda que las uñas se corten rectas para evitar que éstas se introduzcan en el dedo. Sin embargo, el podólogo deberá decidir ante cada caso concreto la manera idónea de cortarlas.

Con respecto al esmalte de uñas, el especialista advierte de que las uñas son órganos sumamente permeables por lo tanto, a pesar de que los esmaltes son cada vez más inocuos, es conveniente dejar que las uñas transpiren y se oxigenen y no llevarlas continuamente pintadas.




¿Cuándo acudir al podólogo?



La tendencia. No se suele ir al podólogo hasta que se detecta un problema.

Normalmente no estamos mentalizados sobre los desórdenes de salud que nos pueden acarrear los pies y pensamos que si no tenemos problemas no es necesario acudir al podólogo.

Sin embargo, en muchas ocasiones, las dolencias en otras partes del cuerpo se deben a que “nuestros cimientos no reciben las fuerzas de gravedad para los que fueron diseñados o porque los zapatos que utilizamos habitualmente no son los adecuados”. Así pues, es preciso permanecer atento a nuestros pies y vigilar la aparición de cualquier anomalía como rozaduras, callos, heridas, etc.

Especial precaución deben tener los enfermos de diabetes y algunos profesionales cuyo trabajo les obliga a permanecer mucho tiempo de pie. Es el caso de los trabajadores del sector de la hostelería, que están sometidos a unos desplazamientos en lateral en poco espacio y durante muchas horas, así como las peluqueras, por la estática en bipedestación y sin actividad, o las enfermeras por el uso continuado de los zuecos.


Calcetines, medias y calzado: ¿cuáles elijo?

Mejor calzado. Es uno de los retos a los que se enfrenta este especialista.

Para un buen cuidado de los pies se deberían usar siempre calcetines de hilo o lana y evitar en la medida de lo posible los compuestos por fibras sintéticas ya que, si bien suelen ser más resistentes. Las fibras tienen capacidad de retener la transpiración y por su capacidad de comprensión –sobre todo en personas mayores- estrangulan la circulación a la altura del tobillo o pantorrilla, con el consecuente sufrimiento para los pies.

El podólogo señala que definir el mejor calzado es uno de los retos a los que se enfrenta este especialista. El zapato ideal no existe pero sí hay unos parámetros para un calzado adecuado tanto en un adulto como en un niño.


- El zapato de adulto debe ser ligero y flexible

- Tener una suela delgada y flexible a nivel del metatarso.

- El arco deberá ser rígido y con puntera redondeada.

- No se descarta el uso de una suela antideslizante y, en tiempo húmedo, cauchos o gomas pero éstos se desaconsejan para ser utilizados habitualmente.

- Con respecto a los tacones, se puede tolerar un tacón de no más de 4 ó 5 cm, dependiendo del tamaño del pie.


En cuanto al calzado del niño, también debe reunir una serie de requisitos:

- No heredar el calzado de hermanos mayores.

- Debe tener una sujeción correcta y una puntera amplia para que los dedos tengan libertad de movimiento.

- El material ha de ser de cuero para facilitar la transpiración.

- Suelas de cuero flexible y tacón de goma para evitar resbalones.


Recomendaciones básicas



- Hacer una inversión en un buen calzado que permita la adecuada transpiración de la piel. Limpieza interior del calzado.

- Huir de fibras y licras en calcetines para evitar compresiones y estrangulaciones de la circulación de retorno.

- Higiene adecuada.

-      Hacer algún deporte moderado, a ser posible fuera del alcance del asfalto y en terrenos irregulares.
-      Aplicar crema hidratante en verano.




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