miércoles, 19 de agosto de 2015

Reloj de cuco






Desde siempre me gustaron los relojes de cuco. Siendo pequeña sentía y pensaba que el tiempo duraba más, si ese ser especial que hacía cucú salía a saludar de su cajita mágica.

De mayor me regalaron mis seres queridos esa pieza inseparable de mis instantes que permanecerá en mí hasta que mi tiempo se detenga. Por eso hoy me he levantado con ganas de saber más de él.

El reloj de cuco, nombre usado en España por definición del diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, popularmente conocido en el mundo de habla hispana como "reloj cucú", es un tipo de reloj provisto generalmente de péndulo y gong, que se caracteriza por tener una abertura por la cual, cada media hora, sale un autómata con forma de pájaro que generalmente recuerda a un cuclillo y que por esto emite un canto, cuyos sonidos se asemejan a la onomatopeya «cucú». El mecanismo para producir dicho sonido fue instalado en la mayoría de los relojes de cuco en el siglo XVIII y ha permanecido hasta el presente casi sin modificaciones.

Características


En Alemania y Suiza se fabrican los tradicionales relojes cucú. Existen decenas de pequeñas y medianas empresas que elaboran estos relojes y sus componentes. La mayoría de estas empresas artesanales están situadas en la Selva Negra.

Los relojes cucú mecánicos disponen de dos tipos de maquinaria: de un día y de ocho días. En los relojes equipados con el primer tipo de maquinaria hay que subir las pesas –de hierro fundido– una vez al día; en los segundos una vez por semana. 

Conviene destacar que la mayoría de los relojes de cuco que se fabrican actualmente utilizan el sistema de pesas, muy pocos funcionan mediante cuerda.



También hay relojes de cuco con caja de música, escuchándose una melodía al dar las horas y medias horas. Por lo general, en los de ocho días la música suena solamente al dar las horas y en los de un día la melodía se escucha tanto a las horas en punto como a las y media.

También se fabrican relojes cucú de cuarzo que funcionan mediante pilas. Tanto el cuco como las pesas y manecillas son de plástico y el sonido del ave no está producido por los tradicionales fuelles y flautas, sino por un sonido pregrabado del canto real del cuco, el cual se emite a las horas en punto y no a las medias. 

Tampoco tiene el característico gong o bordón de los relojes mecánicos. Una característica única en esta clase de relojes es que vienen equipados con un sensor de luz, por el cual al hacerse de noche o apagar las luces el cuco dejará de sonar automáticamente.

 

Historia


En 1629, muchas décadas antes de que se hicieran los primeros relojes en la Selva Negra, un noble de la ciudad de Augsburgo, Philipp Hainhofer, fue el primero en describir un reloj cucú. Este reloj pertenecía al Príncipe Augusto de Sajonia.

En un conocido manual sobre música, Musurgia Universalis (1650), el erudito Atanasio Kircher  describe un órgano musical con varias figuras autómatas, entre las que se encontraba un cuco mecánico. Este libro contiene la primera descripción documentada -en palabras e ilustraciones- de cómo funciona un cuco mecánico.

En 1669 Domenico Martinelli, en su manual sobre los principios básicos del funcionamiento de los relojes Horologi Elementari, sugiere utilizar el canto del cuco para anunciar las horas. Por lo tanto, por esa época ya era conocido el mecanismo para imitar el canto del ave. Cualquier mecánico o relojero que supiese leer latín o italiano, sabía después de leer estos libros que era bastante fácil producir el canto del cuco para indicar las horas.

Posteriormente los relojes de cuco aparecieron en otras regiones que no eran conocidas por su industria relojera. Unas décadas más tarde la gente de la Selva Negra comenzó a hacer relojes cucú.


Los primeros relojes cucú de la Selva Negra fueron elaborados entre 1740 y 1750 en pequeños talleres que hacían la maquinaria de madera. 

El experto en relojes  Schaaf en su obra "Relojes de la Selva Negra" (Schwarzwalduhren) de 1995, nos lleva la conclusión de que los primeros relojes de cuco se fabricaron en la región de Franconia y Baja Baviera (Alemania), en dirección a Bohemia (Región de la República Checa). La leyenda que asegura que el reloj cucú fue inventado por un relojero de la Selva Negra (Franz Anton Ketterer) en 1730. 

Pero la realidad nos dice que el reloj de cuco es mucho más antiguo que la industria relojera de la Selva Negra. Ya en 1650 el ave con su inconfundible canto formaba parte de los libros de consulta de la época. Tuvo que pasar casi un siglo para que el reloj de cuco comenzara a fabricarse en la Selva Negra, donde ha permanecido hasta la actualidad como uno de sus productos más vendidos.

Si bien la idea de colocar un cuco autómata en un reloj no se originó en la Selva Negra, es preciso recalcar que el reloj cucú, tal como lo conocemos hoy, proviene de esta región localizada en el suroeste de Alemania, cuya tradición en la fabricación de relojes se inició a finales del siglo XVII. 

En efecto, han sido las gentes y artesanos de la Selva Negra quienes crearon esta industria artesanal, desarrollaron nuevos diseños y perfeccionaron su maquinaria, que en un principio se hacía de madera, pero a medida que avanzaba el siglo XIX, primero algunas piezas, y todo el bastidor después, se construían y construyen de latón (una aleación de cobre y zinc). Aún hoy continúan innovando con nuevos diseños, combinando otros y aplicando mejoras técnicas que han hecho del reloj cucú una pequeña obra de arte apreciada en todo el mundo. La historia del reloj de cuco va unida con la Selva Negra.

Al principio muchos relojes cucú se hacían con el estilo típico de la Selva Negra, se presentaba un panel de madera cuadrado y semicircular en la parte superior, donde estaba situada la puerta por la que salía el pájaro. Generalmente, se decoraban con flores y otros elementos pintados a mano. Este estilo fue el predominante entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX. Estos relojes son conocidos por el nombre de Schilduhr –literalmente reloj-escudo, placa.

Hacia mediados del siglo XIX y hasta la década de 1870, también se hicieron relojes de cuco en el tipo de reloj conocido como Rahmenuhr (reloj enmarcado). Estos escasos relojes de cuco se caracterizaban por tener un marco provisto de una pintura, litografía o serigrafía, representándose generalmente escenas y paisajes propios de la Selva Negra pintados sobre madera o una lámina de metal. 

Otros temas fueron la caza, el amor, la familia, el nacimiento, la muerte, la mitología, escenas militares y escenas religiosas cristianas. Por lo general, la pintura estaba protegida por un cristal y algunos modelos presentaban una persona o animal con ojos que se movían de un lado a otro, siendo accionados por un sencillo mecanismo movido mediante la oscilación del péndulo. Si bien la mayoría de estos relojes eran de pared, también hubo algunos de sobremesa. El ave participaba normalmente en la escena representada en la pintura.

Durante la época victoriana hasta los años 20 y en función de los gustos decorativos imperantes en cada momento, los burgueses comenzaron a comprar relojes con cajas de estilo gótico, renacentista, barroco, neoclásico, biedermeier (algunos modelos también incluían la pintura de una persona o animal con ojos que se movían de un lado a otro), modernista, etc., asimismo empezaron a hacerse relojes de cuco basados en los citados estilos. Esta clase de relojes de cuco de la Selva Negra, basados tanto en estilos arquitectónicos como en estilos decorativos para interior, podían ser de sobremesa o de pared y son muchos más raros que los del estilo Bahnhäusle y sus derivados.

Pero el popular reloj Bahnhäusle con forma de casa forzó, prácticamente, la desaparición de los demás diseños en unos pocos años.


 El reloj "Bahnhäusle"





En septiembre de 1850 Robert Gerwig, el primer director de la Escuela de Relojeros del Gran Ducado de Baden en Furtwangen, convocó un concurso público en el que hacía un llamamiento a los artistas alemanes y entendidos para que presentasen diseños de relojes que permitiera a los toscos relojes de fabricación casera ganar una apariencia más profesional y de mayor calidad.

Friedrich Eisenlohr (1805-1854), que como arquitecto fue responsable del diseño y construcción de las estaciones, casas de los guardas, marquesinas, etc., a lo largo de la primera línea de ferrocarril del Valle del Rin, presentó el diseño más trascendental. 

Consistía en una caja cuadrada rematada en triángulo isósceles, lo que le da el aspecto de una casa con tejado. Se inspiró en la fachada de las residencias de los jefes de tren, que él mismo había erigido, añadiéndole un dial o esfera. Se convirtió en el prototipo de los relojes de cuco de hoy en día, que conocidos bajo el nombre de «tradicional» presentan en madera: hojas de parra talladas, aves, cabezas de ciervo (tipo "Jagdstück"), otros animales, etc.

El diseño de Eisenlohr se convirtió en un éxito inmediato porque el moderno "Bahnhäusle" («estación de tren») encajaba bien con los gustos decorativos de la creciente burguesía, lo que le permitió introducirse en un nuevo mercado en expansión.

A mediados de la década de 1850 se inició una gran demanda en este mercado.

Hacia 1860, el estilo "Bahnhäusle" ya había comenzado a alejarse del sobrio diseño original, evolucionando, entre otros modelos, hacia el conocido como "Jagdstück" (literalmente pieza de caza, creado en Furtwangen en 1861), un reloj cucú con hojas de roble talladas en madera y motivos relacionados con la cacería, como trofeos, escopetas, morrales para la pólvora, trompa de caza, cabeza de ciervo, etc. El reloj "Bahnhäusle" y sus distintas versiones se han convertido en un símbolo de la Selva Negra fácilmente identificables en cualquier lugar del mundo.

En 1862 el prestigioso relojero Johann Baptist Beha, empezó a utilizar en sus relojes "Bahnhäusle" ricamente decorados, agujas talladas en hueso y pesas con forma de piña de abeto. Incluso hoy esta combinación de elementos es característica de los relojes de cuco, si bien las manecillas suelen hacerse de madera o plástico, en el pasado también se empleó celuloide blanco en su fabricación. En cuanto a las pesas, hubo durante esta segunda mitad del siglo XIX algunos modelos que presentaban unas curiosas pesas hechas con forma de gnomo.

Tan sólo diez años después de que Friedrich Eisenlohr inventase el estilo "Bahnhäusle", todas las variaciones del reloj con forma de casa ya habían alcanzado la madurez.

Aunque también se fabricaron relojes "Bahnhäusle" y sus derivados de sobremesa, no fueron tantos como las versiones para pared.

El reloj cucú triunfó y se hizo mundialmente famoso después de que Friedrich Eisenlohr presentase en 1850 el diseño "Bahnhäusle" al concurso de la Escuela de Relojeros de Furtwangen.

Aún hoy sigue siendo uno de los recuerdos preferidos por los turistas que visitan Alemania, Austria o Suiza.

El estilo "Chalet": la aportación suiza


El estilo “Chalet” se originó en las últimas décadas del siglo XIX en Suiza, y en aquella época eran muy apreciados como recuerdos del país.

Se le llama "estilo chalet porque en su parte exterior estos relojes imitan la forma de una típica cabaña alpina o próximo alpina, con una especie de techo a dos aguas y decorados que recuerdan a los de las viviendas alpinas del medioevo.


Actualmente el estilo puede subdividirse básicamente en tres, en función de las distintas casas tradicionales que representan: chalet de la Selva Negra, chalet suizo –con dos tipos característicos; el “Brienz” y el “Emmental”– y chalet de Baviera

Es común encontrar en este estilo diferentes automatismos, además del cuco, como bebedores de cerveza que levantan sus jarras, leñadores cortando troncos, ruedas de molino que giran, etc. 

Por otra parte, muchos cuentan con una caja de música suiza –las melodías más populares son “Edelweiss” y “The Happy Wanderer” que suenan alternativamente– y figuras que bailan, las cuales entran en funcionamiento inmediatamente después del canto del cuco. 


Diseños actuales 



En la actualidad se están fabricando relojes de cuco inspirados en estilos decorativos contemporáneos, tanto en Alemania como en Italia y el resto de países. Con un diseño más funcional, minimalista y esquemático.

Uno de los modelos actuales más comunes presenta la silueta del clásico reloj de cuco con cabeza de ciervo, con un pájaro o el tipo chalet pero, por lo general, sin ningún tipo de talla en tres dimensiones, solamente una superficie plana con una abertura, o pequeña puerta, por la que sale el ave como de costumbre. Están pintados normalmente de forma monocroma empleando distintos colores como el blanco, el negro, colores llamativos, etc.

Igualmente hay diseños vanguardistas con formas geométricas, tales como rombos, cuadrados, cubos, círculos, rectángulos, ovalados, etc., asimismo sin ningún tipo de talla, planos y lisos. Los hay pintados en un solo color aunque también los hay policromos con pinturas abstractas o figurativas, formas geométricas, líneas y franjas multicolores, etc.

Algunos fabricantes ofrecen la posibilidad de personalizar el reloj para que lleve el nombre de una empresa, etc.


Los relojes de cuco más grandes del mundo



Acerca de los relojes de cuco más grandes del mundo, hay cuatro en la Selva Negra de Alemania:en Höllsteig (Breitnau), Niederwasser (Hornberg), Schonach y Schonachbach (cerca de Triberg).






El Reloj de Cuco más grande del mundo tiene un péndulo de 8 metros Triber es un pequeño pueblo de Alemania ubicado a unos 56km de Friburgo en pleno corazón de la Schwarzwald (Selva Negra).



En el centro del país alemán existe uno en Gernrode (donde también confeccionaron "el reloj cucú de chocolate más grande del mundo” en 2006) y por último en el oeste hay dos: en Sankt Goar y Wiesbaden.


En América se levantan cuatro, dos en Estados Unidos, en Frankenmuth (Míchigan) y Wilmot (Ohio), los otros dos están en Eduardo Castex y Villa Carlos Paz, ambos en Argentina.


Recientemente en la ciudad de Olavarría, (Provincia de Buenos Aires, Argentina) se inauguró el reloj cucú público cuya torre es la más elevada hasta el presente entre todas además de poseer dos autómatas con la forma de pájaro cucú o cuclillo.




Torre del Reloj Cucú en la ciudad de Carlos Paz de la provincia de Córdoba en Argentina.

Algunos de ellos figuran en el Libro Guinness de los récords.

En lo referente a los relojes de cuco más grandes del mundo para interior, en 1986 la desaparecida firma Dold talló uno para Chapman's Clock Shop en Douglasville (Georgia); algo menor es el que actualmente fabrica la compañía Anton Schneider. 

El reloj cucú más pequeño del mundo lo hace el fabricante Hubert Herr.


Jorge Seemann: el hombre de los relojes de cuco






En el barrio de Tetuán se escuentra  la única tienda dedicada en exclusiva a los relojes de cuco en toda España. Su dueño, Jorge Seemann, nacido y criado en el Distrito de Tetuán, lleva 30 años vendiendo y arreglando relojes de cuco. A pesar de que su apellido delata su origen alemán, él es tetuanero, nacido, para más detalles, en la calle de Lope de Haro hace casi medio siglo.

La tienda de relojes J. Seeman. Relojes de cuco“ nos hace viajar a Alemania. Decenas de relojes de cuco, miles de piezas diminutas perfectamente organizadas, finísimas herramientas, son no solo un taller, sino también  un pequeño museo de relojes de cuco.
“Llevo años recopilando relojes de cuco, que son, además de mi trabajo, mi mayor afición. Tengo piezas traídas de todo el mundo. Algunas tienen más de 100 años de antigüedad”, comenta Jorge Seemann.
El amor por estas pequeñas piezas de arte le viene a Jorge de familia. Su padre, un relojero alemán, se instaló en España poco antes de que Jorge naciera, junto con su madre, holandesa. La familia procedía de la Selva Negra alemana, concretamente de Schonach, uno de los cinco pueblos que fabrican relojes de cuco en el mundo.

 “Para que sean relojes de cuco auténticos deben llevar un certificado de la asociación de relojes de la Selva Negra, y tan solo se fabrican en estos pueblos de Alemania. De hecho, en España tenemos todas las herramientas y elementos para fabricarlos, pero entonces no serían relojes de cuco”.




 “Me dedico a importar relojes de Alemania y a distribuirlos por todo el mundo, doy soporte técnico para toda la Península,  no soy relojero como mi padre, yo solo los vendo y los arreglo”.


Ese sonido típico de los cucos, explica Jorge, se consigue gracias a dos flautas que esconden los relojes, sobre las que los fuelles, en su origen de piel y hoy en día de papel, emiten un sonido grave y agudo, el famoso cucú. Las flautas se activan a la hora indicada gracias a un mecanismo complejo de cadenas y contrapesos diseñado al milímetro. “Nada ha cambiado, los relojes de cuco se siguen fabricando como toda la vida. Son más de doscientos años de tradición que mantenemos fielmente”.
Desde hace 200 años los relojes de cuco se siguen fabricando artesanalmente y con la misma técnica.


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